Resumen
El pasado 16 de mayo nos llenó de tristeza con la noticia del fallecimiento de la Dra. Elisa Rut Stemberg. Elisita se fue demasiado temprano y nos dejó un vacío enorme, tan grande como todos los recuerdos que nos dejó haberla conocido. Nació en Ituzaingó, Corrientes, el 29 de julio de 1980. Completó sus estudios secundarios en el Colegio Provincial Juan Bautista Alberdi y en 1998 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste. En medio de su camino universitario tuvo que enfrentarse a una enfermedad contra la que luchó con un esfuerzo y tesón admirables que le permitieron superarla para poder seguir su vocación y su sueño, fortalecida por esa batalla. Ya graduada de médica, se mudó a la ciudad de La Plata para continuar su formación e ingresó en la residencia de Hematología del HIGA “General San Martín”. Allí se encargó de contagiar su alegría todos los días, con sus ganas de aprender y formarse sin perder nunca de vista el fin de todos nosotros, los médicos, que son los pacientes con sus dolencias y sus angustias. Como compañero de residencia del mismo año, nunca olvidaré las visitas a los internados en sus habitaciones, y cómo sabía trasmitirles paz y tranquilidad antes de hacer un procedimiento. Éramos apenas residentes de primer año y ella se acercaba y les hablaba. “Respire tranquilo señor, tome aire profundo por la nariz, reténgalo un poco y suéltelo de a poco por la boca”, les decía. “Ahora piense en un lugar lindo en el que le gustaría estar con alguien que usted quiera mucho”. Todo sin siquiera haber preparado la mesa de trabajo. Así de simple y hermoso, dándole espacio y tiempo al que estaba en la cama, haciéndolo sentir cuidado y convenciéndolo de que en ese momento lo más importante era él, aunque afuera de esa habitación la vida siguiera andando rápido con sus urgencias y sus problemas. Ella sabía muy bien lo que era estar del otro lado, lo que era la angustia de tener el pecho apretado con preguntas sin respuestas o con respuestas que no quería saber. Por eso siempre había tiempo para el tiempo y lugar para el espacio, y después sí, hacíamos lo que teníamos que hacer y nos volvíamos al servicio con las muestras y la tarea completa. Elisita disfrutó de su etapa de residente y logró una formación integral y de excelencia. Siempre respetó a sus pacientes comprometiéndose y dándoles lo mejor académica y por sobre todo humanamente. Durante su tiempo en el hospital Eli nos contagió alegría y nos enseñó el respeto a los compañeros, a los superiores y a los colegas de otros servicios. Fue también durante su camino en nuestro querido hospital que conoció a Jerónimo, residente de Kinesiología, y empezaron juntos una historia tan linda que en poco tiempo nos encontró a todos festejando un casamiento y el nacimiento de Mateo. Una familia hermosa que Elisita cuidó y amó de una manera conmovedora. Ese amor inmenso, el de ella por ellos, es de las cosas más lindas que nos ha tocado ver. La aventura de ir al curso en Buenos Aires en la Sociedad Argentina de Hematología se repetía todos los martes y los jueves y terminaba a la tardecita con el sol pegando en el retrovisor del auto y con ella ansiosa por llegar rápido y encontrarse con Mateo y con Jero. En 2013 terminó su residencia y emprendió un nuevo camino en la provincia de Misiones, alejándose del ruido de La Plata para encontrar un lugar donde el tiempo no corriera tan apurado y donde pudiera disfrutar más de su profesión y su familia. Fue así que se incorporó al Servicio de Hematología del Hospital Ramón Madariaga, teniendo una activa participación docente como Instructora de la residencia y docente en la carrera de Medicina de la Universidad Católica de Misiones. También participó activamente del grupo Cooperativo Argentino de Hemostasia y Trombosis. Siempre continuó formándose y superándose con su gente querida bien cerca y en un lugar donde siempre había querido estar y que por fin había encontrado. Su legado más importante es habernos enseñado que la Hematología grande, la que marca la diferencia, se hace en lugares pequeños, en los consultorios y en la habitación de los pacientes, escuchándolos sin prisa y explicando y respondiendo sus preguntas despacio. Todo fue demasiado pronto e injusto y todavía nos cuesta masticar la bronca, pero después de la tristeza nos van a quedar los recuerdos lindos y sus enseñanzas. Ella nos invitó a mirar con perspectiva las cosas para entender que al final del día lo que vale es el tiempo y el espacio que les damos a los otros, a los pacientes y por supuesto a nuestra gente querida. Se fue una excelente profesional que amaba la especialidad, pero sobre todo gente buena, de amor por su familia, sus padres, sus hermanos, su Jerónimo y su Mateo. Alguien que nos hizo bien. Elisita siempre nos recordó que hay que saber reconocer lo importante para olvidarse rápido de lo otro. Por eso los que la conocimos siempre la vamos a tener presente cada vez que, desprevenidos, nos asalte una preocupación descartable. Los que nos quedamos acá la vamos a recordar cuando nos sintamos apurados y sin tiempo, y entonces ahí vamos a encontrar lugar y va a aparecer el tiempo. La vamos a recordar cada vez que nos sintamos cansados y sin fuerza, y ese recuerdo nos va a convencer que con tan sólo un poquito de la fuerza que tuvo ella, podemos enfrentar lo que sea. Así, empujando para salir adelante, encontrando tiempo y dando espacio, y cuidando lo importante, vamos a rendirle nuestro mejor homenaje. Nuestras condolencias a todos los que, al igual que nosotros, tuvieron la suerte de conocerla y quererla y ahora les toca extrañarla. Y, por sobre todo, vaya nuestro abrazo cargado de fuerza grande y amor inmenso para toda su familia y especialmente para Jerónimo y Mateo. Gracias, Eli.
Todo el material publicado en la revista Hematología (versión electrónica y versión impresa), será cedido a la Sociedad Argentina de Hematología. De conformidad con la ley de derecho de autor (ley 11723) se les enviara a los autores de cada trabajo aceptado formulario de cesión de derechos de autor que deberá ser firmado por todos los autores antes de la publicación. Los autores deberán retener una copia del original pues la revista, no acepta responsabilidad por daños o pérdidas del material enviado. Los autores deberán remitir una versión electrónica al correo: revista@sah.org.ar